Ya hemos visto que las evidencias paleontológicas muestran que el hombre
moderno apareció en África. Tanto la paleoantropología como la antropología
física nos muestran que el hombre no pudo provenir ni de los Neandertales europeos
ni del
Erectus asiático, como se llegó a pensar en el siglo pasado. Esta evidencia,
además, queda corroborada por la genética de poblaciones que viene a
confirmar tres cosas.
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Primera, que el hombre moderno, efectivamente, tuvo su
origen en África.
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En segundo lugar, que el origen debió de producirse en
torno a hace unos 200.000 años.
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Y por último, que a pesar de todo sí hubo intercambio genético entre el
Homo Sapiens y los Neandertales, pero que este fue posterior a la
formación de las dos especies y que por su escaso distanciamiento sí
pudieron tener algún intercambio genético (Vid.:
http://paleoantropologiahoy.blogspot.com.es/2013/03/relaciones-filogeneticas-entre.html).
¿Cómo sabemos eso? La información genética,
como todo el mundo sabe, se almacena en el núcleo de nuestra células. Cada
nuevo ser humano es el resultado del intercambio de ese material genético.
Pero ese intercambio se produce de una forma muy compleja y sería imposible
de hacer un seguimiento hacia atrás. Sin
embargo, el núcleo no es el único lugar en el que existe material genético.
Existen otros orgánulos que no están en el núcleo sino en el citoplasma, las mitocondrias, que también
tienen ADN, es el llamado ADN mitocondrial. Por estar situado en el citoplasma
tiene la particularidad de que sólo se trasmite por vía materna (la mujer
aporta el óvulo que es una célula que tiene todos los orgánulos). El
espermatozoide en la fecundación sólo aporta la cabeza, es decir el material
genético del núcleo. Por lo tanto lo que han hecho los genetistas para
estudiar la evolución es hacer un seguimiento de ese ADN mitocondrial que se trasmite de mujer a mujer: matrilinialidad. Sin embargo, igual que cualquier otro
material genético, sí está sometido a mutaciones. De este modo, entonces,
se
han estudiado las mutaciones que se han ido produciendo y se han comparado
los materiales genéticos mitocondriales de las distintas poblaciones y razas
humanas de todo el mundo y se ha llegado a las siguientes conclusiones:
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La variación del ADN mitocondrial es mucho más
pequeña de lo esperado, comparado por ejemplo con la que existe en los
chimpancés, la nuestra sólo es un 10 % de la que se produce en los
chimpancés. Eso quiere decir que de acuerdo con la tasa de mutaciones (2-4
% por cada millón de años) el Homo Sapiens es muy reciente, los
genetistas hablan de una cifra cercana a los 200.000 años para situar el
origen del Homo Sapiens. Esta cifra es compatible con la que barajan los paleoantropólgos.
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Si partimos de que la tasa de mutaciones es igual en
todas la poblaciones humanas y hacemos una comparación de todas las
poblaciones del mundo, la que mayor variabilidad tenga debería sería la
más antigua:
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Efectivamente la población de mayor variabilidad es
la africana subsahariana, lo cual quiere decir que descendemos del algún Homo
Sapiens Africano por ser el linaje más antiguo.
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Por el contrario, cualquier otra población del hombre
moderno tiene menor variabilidad genética que las poblaciones africanas
analizadas. De esto se deduce que seguramente fue un grupo no muy
grande de hombres los que salieron del África y lograron extenderse por
todo el mundo. Sobre cuántos serían existen divergencias entre los
especialistas. Algunos antropólogos manifiestan que se puede saber
incluso el número de familias que salieron: unas seis. Nos parece
exagerado tanta precisión sobre todo cuando no se dice en qué se basa
tal afirmación. No existió, pues,
como dice el mito del Génesis, una sola
Eva, sino que lo único que podemos afirmar es que tenemos un origen
común (no de una única mujer) y con toda seguridad que ese origen estuvo
en África y que en todo caso si queremos remedar el mito diríamos que
nuestras Evas fueron, sin duda, negras.
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Para contrastar estos estudios del ADN mitocondrial
matriliniales también se han hecho estudios del ADN que se trasmite patrilinealmente (por vía paterna) a través del cromosoma Y.
Se ha
llegado a una conclusión similar aunque las fechas que se barajan para el
"Adán africano" parecen más recientes. Eso quiere decir que es
muy posible que fuese la mujer, por razones exogámicas seguramente, la
que se desplazaba mientras que los hombres permanecían con más
frecuencia en sus lugares de origen. A eso se le llama patrilocalidad.
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Además de hacer estudios de variabilidad genética en
la actualidad se han logrado hacer también estudios
paleogenéticos en los
Neandertales. Es decir, se ha logrado aislar el material genético de los
neandertales y se ha llega a una serie de conclusiones:
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Estas conclusiones no desmienten el monogenismo.
Porque lo único que se ha probado es que debido a que las especies no
estaban muy distantes hubo un pequeño intercambio génetico. El Homo
Sapiens actual no tendría más del 4% de genes del Neandertal. Si el
origen de la humanidad fuese poligénico ninguna población debería
mostrar mayor variabilidad genética que otra.
Esta
teoría es lo que se viene
conociendo en ocasiones como la "Eva mitocondrial"
que más
bien habría que llamar Eva africana porque sería el ancestro común de
todos los Homo Sapiens actuales que vivió en África hace aproximadamente
200.000 años. Las aportaciones de
la genética coinciden en muchos aspectos con las conclusiones extraídas de
la paleontología. Desde la genética se puede confirmar el dónde y el cómo
del origen del Homo Sapiens. El cuándo es algo más problemático. Las fechas
no encajan del todo. Por ejemplo, la fecha de separación del linaje del
neandertal y el Homo Sapiens la sitúan los genetistas en una horquilla que
va de 741.000 a 317.000 años. Estas fechas se quedan cortas porque el hombre
que salió de África y que daría lugar al Neandertal la paleontología dice
que lo hizo antes de esas fechas. Todo sigue entonces bajo la atenta mirada
de las ciencias particulares sobre todo la genética, la paleogenética y la
paleoantropología. Pero ¿cómo conciliar los resultados?
Estamos a la espera de nuevos estudios y de nuevos descubrimiento, el
estudio científico de la evolución humana está in fieri, es decir,
haciéndose y, por tanto, en constante transformación. |